—No. —respondió cortando la llamada.— Le hablaré cuando esté en casa.
—¿Te avergüenza hablar con él delante de mí? —cuestionó Laura, sin imaginar la verdad.— De veras estás muy rara. —dijo refiriéndose a los cambios de su confidente.
—¿Avergonzada, yo? No tía, lo que pasa es que a veces, se pone algo intenso y no quiero estrenarme. Le hablaré cuando esté más desocupada —replicó Marta, aún sintiendo que el corazón se le quería salir por la garganta.
—Vale. Entonces ponte el cinturón de seguridad.
Marta con manos temblorosas logró ajustarlo. Luego guardó su celular dentro de la cartera poniéndolo en modo avión.
Laura estacionó el coche frente al centro comercial.
—Ve y espérame adentro. Yo buscaré un lugar para estacionarme.
La rubia bajó del automóvil y se dirigió hacia la entrada del lujoso lugar. Sacó su móvil y le envió un mensaje a Marcos.
“Estoy con Laura. No me escribas” envió el mensaje y volvió a guardarlo.
Marcos, sentado en su escritorio, recibió el mensaje, un poco