María tomó la prenda íntima y bajó las escaleras precipitadamente hasta la cocina. Mercedes estaba terminando de lavar la losa cuando escuchó los pasos acercarse con prisa.
—Mercedes, mira esto.
La mujer volvió lentamente el rostro hacia ella.
—¿Qué sucede ahora? ¿No pudiste limpiar las ventanas? —pregunto con tono irónico.
—Encontré esto en la habitación de mi patrona.
Mercedes frunció el ceño.
—¿Dónde está ella? —preguntó con preocupación.
—Acaba de salir. Tenemos que avisarle a la señora Laura y al señor Marcos.
—Yo me encargo. —dijo Mercedes arrebatándole las bragas con un gesto brusco y se dirigió hacia la habitación de su patrona sin mirarla siquiera.
María se quedó inmóvil en medio de la cocina, con el corazón acelerado. No era la primera vez que Mercedes la trataba así. Miró hacia la escalera, escuchó los pasos de Mercedes alejándose, y entonces tomó una decisión. Caminó hasta la mesa, tomó el teléfono y buscó en la agenda de emergencias, el contacto de su jefe.