—Hablamos luego, Lucía. Debo arreglarme, Marta viene por mí en unos minutos.
—Sí, ya sé que debo irme, Laura. —dijo tomando su cartera de una forma abrupta y dirigiéndose hacia la entrada.
Laura se encogió de hombros ante la actitud arrogante de su hermana. Aunque intentara disculparse con ella, Lucía la ignoraría como muchas otras veces. Subió las escaleras con prisa a arreglarse.
Minutos más tarde, Marta pasó por ella. Mientras la rubia conducía hacia el laboratorio clínico, Laura leía en voz alta, la larga lista de exámenes que debía realizarse para la implantación de su óvulo ya fecundado.
—Es un total de diez exámenes, sin incluir los exámenes psicológicos ni las vacunas.
—Joder, tía que van a tener que sacarme más sangre que un donante y me van a poner más agujas que en una sesión de acupuntura. —bromeó y ambas rieron a carcajadas.
Al llegar al laboratorio, el lugar estaba desolado, por lo que Marta entró directamente sin tener que esperar. Mientras, le extraían la sangre,