La invitación llegó envuelta en una cartulina negra con detalles en dorado, el Grupo Torres estaba organizando su 75 aniversario en una gala de proporciones colosales donde estarían presentes empresarios, políticos, medios de comunicación y embajadores. Una celebración que, según el abuelo de Nicolás, debía mostrar unidad, poder y familia.
—Van a ir juntos —había ordenado el patriarca con voz rasposa, acostado en su cama con tubos en la nariz—. Como esposos e imagen de la empresa, así que no quiero más escándalos.
Sofía asintió sin emitir sonido.
Nicolás, al lado, apenas lo pensó.
—Está bien —dijo—. Pero después no me pidan que actúe más de lo necesario.
Don Guillermo observó a su nieto con decepción, pero no dijo nada. Él dejaría que ese infeliz se golpeara solo, para que aprendiera sobre la humildad y el amor, porque cuando eso sucediera, sería Sofía la que iba a estar para levantarlo.
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El evento fue organizado en el hotel más lujoso de la ciudad; había alfombra r