Lo que no se puede esconder

Capítulo 37

El pasillo del hospital se sentía más silencioso ahora que Sofía había salido de la habitación. Sus pasos eran lentos, casi arrastrados, como si el peso del mundo estuviera anclado a sus tobillos. Sentía que si no salía a respirar aire fresco iba a explotar, ya que su pecho dolía después de lo que había sucedido. Su mente iba a mil por horas y su corazón… su corazón solo temblaba dentro de su pecho. Por otro lado, Camila y Alexia, quienes no se habían alejado mucho de la habitación la alcanzaron con rapidez al ver la forma en que Sofía se abrazaba a sí misma. Era como si intentara no desmoronarse del todo, aunque la situación dijera lo contrario.

— ¿Sofía, estás bien? Ya casi sale el sol y no tienes buen semblante. Necesitas comer algo o al menos tomar un café — dijo Alexia, tomándola del brazo con delicadeza.

— Sofía, Alexia tiene razón, estás muy pálida. Desde que llegaste al hospital las cosas se nos han salido de las manos y por lo menos un café debes tomarte — agregó
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