Capítulo 3La vida con Thiago se convirtió, desde el primer día en el que nos casamos, en una coreografía de tensión silenciosa. Cada movimiento suyo en la casa era medido y meticulosamente cruel. No me gritaba, no me insultaba, porque en realidad no tenía que hacerlo para lastimarme. Su indiferencia era el castigo más hiriente de todos, ya que descaradamente se iba de su departamento y yo sabía perfectamente dónde se encontraba.Para mi mayor dolor, ambos dormíamos de vez en cuando en la misma y única habitación que había en el departamento, pero vivíamos en planetas muy diferentes. Él se duchaba con la puerta entreabierta, dejándome escuchar cada gota resbalar sobre su piel, sabiendo que otra lo disfrutaba y yo, me bañaba y vestía en el baño. Sin embargo, al principio creí que me estaba ignorando llevando su vida como cualquier otra, pero después descubrí que no. Descubrí que solo estaba jugando conmigo, castigándome con su presencia, con su cercanía abrazadora y también con su rech
Leer más