Epílogo – Cinco años después
El sonido del mar golpeando suavemente contra las rocas se colaba por las ventanas abiertas de la villa. La brisa fresca movía las cortinas blancas y el aroma a café recién hecho inundaba la cocina. Sofía acomodaba unas flores en un jarrón de cristal mientras April corría por el salón con un vestido de colores, riendo con una libertad que iluminaba todo a su paso.
— ¡Mamá, Eros me quiere quitar mis pinceles! — gritó, aunque la risa del niño la seguía de cerca, delatando que más que una queja era parte del juego.
Thiago entró en ese momento, con Gael sobre los hombros y el pequeño Ian riendo a carcajadas mientras señalaba hacia la terraza. Su porte seguía siendo el de un hombre imponente, pero ahora había en él una serenidad que Sofía reconocía como la mayor conquista de sus vidas: habían sobrevivido a todo y ahora tenían paz.
— Niños si siguen corriendo, no llegaremos al almuerzo de celebración — dijo este con una sonrisa ladeada, antes de besar a Sofía en