Capítulo 63
La tarde caía lentamente, llenando todo de tonos dorados y el jardín de la nueva casa de Sofía tenía otra vida. El aire estaba impregnado del olor fresco de las flores que April había insistido en regar con su pequeña regadera de plástico. Eros corría detrás de Gael jugando a los policías, riendo a carcajadas, como si se hubieran conocido desde que nacieron.
Sofía los observaba desde el ventanal con una sonrisa serena de quién sabe que están a salvo. Gael había llegado hacía apenas dos semanas y ya la casa se sentía más llena, más viva. Sin embargo, detrás de esa risa infantil, ella alcanzaba a percibir una sombra en los ojos del niño, una herida invisible que iba más allá de lo que podía comprender a simple vista.
— ¡Te atrapé, Gael! — gritó Eros, lanzándose sobre él.
— ¡No, yo gané! — respondió Gael entre risas, aunque en su voz había un matiz frágil.
April corrió hacia Sofía con sus rizos revueltos y la mirada brillante.
— Mami, ¿Verdad que Gael puede dormir en mi cuar