Capítulo 64
El aire fresco del parque corría con suavidad aquella tarde. Los niños reían, las palomas revoloteaban al ritmo de las migas de pan que caían de las manos de April, y Gael jugaba en la arena bajo la atenta mirada de la madre de Sofía. Todo parecía en calma, hasta que una sombra inesperada apareció a unos metros sin ser vista.
— Hola, Gael… — susurró una voz conocida, cargada de veneno disfrazado de dulzura.
El pequeño levantó la mirada al escuchar su nombre y allí estaba Isabela, con gafas oscuras y una sonrisa torcida. En sus manos llevaba una bolsa con juguetes nuevos que usaría en su retorcido plan.
— M-mamá… — balbuceó el niño, confundido y su vocecita dejaba ver que no entendía por qué ella estaba ahí.
Isabela se inclinó a su altura, extendiéndole un carro brillante que si bien llamo su atención no se atrevía a tomar.
— Míralo, es para ti, Gael. Mamá siempre piensa en ti, aunque los demás no quieran que estemos juntos. Es por eso que quiero que vengas conmigo, Gael p