Capitulo 5

"La verdad sale a la luz"

Erick estaba sentado frente a su escritorio, tratando de concentrarse en su trabajo. Sin embargo, el recuerdo de aquella misteriosa mujer del club invadía cada uno de sus pensamientos. Recordó sus besos, la textura de su piel, su delicioso aroma. Aunque no podía verle el rostro, podía notar claramente que era hermosa y no sabía cómo, pero habia perdido la cabeza por ella. No podía sacarla de sus pensamientos, ella se había metido en su piel.

A través de las persianas, vió a Catalina sentada trabajando en su propio escritorio. La abogada estaba totalmente concentrada en la confección de los nuevos contratos laborales, aunque se a ratos, parecía distraída, con la mirada perdida en la nada. ¿Acaso había algo que le preocupara? Erick, tras las persianas, la recorrió con la mirada, notando bastantes similitudes entre Catalina y la mujer del club. Tenían la misma tonalidad de piel, la misma contextura y estatura. Además del mismo color de cabello.

Nunca había visto a Catalina desnuda, pero no era necesario hacerlo para ver qué las similitudes eran bastantes. Aburrido, y necesitando distraerse un poco, abrió el correo electrónico para revisar el listado de solicitudes de vacaciones de los empleados de ese mes. Grande fue su sorpresa al encontrar el nombre de Catalina Salgado en la lista, no solo eso, además la solicitud que ella presentó, coincidía con el día que él visitó el club por primera vez.

La duda quedó sembrada en Erick, por lo que inició una investigación para descubrir la identidad de aquella misteriosa mujer. Le ofreció una buena suma de dinero al dueño del club, por lo que él le facilitó la lista con los datos de las mujeres que ahí trabajan. Con la lista entre sus manos, leyó nombre por nombre, hasta que encontró el nombre que tanto anhelaba ver.

El corazón de Erick Montenegro se aceleró, su corazón latía con tanta intensidad que llegaba a ser doloroso. Al ver el nombre de Catalina Salgado en la lista, todo su mundo se tambaleó bajo sus pies. Definitivamente era ella, ya no había duda alguna de eso.

¡Había estado con Catalina Salgado! ¡Había estado con su abogada! Comenzó a sonreír como un bobo, mientras releía el nombre de la mujer en el listado una y otra vez.

•••

Catalina estaba sentada en su escritorio, había llegado a la oficina más temprano de lo habitual y bebía una taza de café. De pronto, la puerta del despacho de su jefe se abrió, sobresaltada alzó la mirada, no esperaba que su jefe estuviera tan temprano en la oficina.

—Buenos días, Catalina—, una radiante sonrisa se instala en el varonil rostro de Erick Montenegro.

—Buenos días, señor, ¿puedo ayudarle en algo?— nerviosa dejó el vaso de café sobre el escritorio.

—Si, necesito un consejo femenino y pensé en que usted sería la persona perfecta para responder—. Se recarga en el escritorio de la abogada.

—Eh... claro, señor, con mucho gusto le doy el consejo que necesite...— ante la cercanía desvió la mirada nerviosa.

—¿Qué puedo hacer si encuentro un sostén dentro de una habitación pero desconozco quién es la dueña?— Las palabras salieron coquetas e insinuadoras.

Las mejillas pálidas de Catalina se tiñeron de rojo carmín, con cara de absoluta sorpresa miró a Erick, para luego balbucear alguna respuesta sin mucho sentido y salir corriendo de ahí mientras se excusaba de que debía atender unos asuntos.

Una vez fuera del alcance de su jefe, Catalina se recargó sobre una pared intentando calmar sus nervios. Ahora estaba más convencida que nunca, qué el hombre con el cual se acostó en el club era su jefe.

•••

Lorena Ortíz acababa de ser contactada por el agente encubierto que tenía dentro de la compañía, quién le informó que Erick Montenegro y Catalina Salgado, estaban más cercanos que de costumbre.

Lorena se sintió frustrada, sentía que poco a poco perdía a Erick de manera definitiva, esa maldita mujer le estaba arrebatando al hombre que amaba y no podía quedarse de brazos cruzados.

Necesitaba separarlos, generar presión mediante Catalina, por lo que continuó enviando mensajes a la abogada, con amenazas claras de que perdería su puesto de trabajo. Obligándola a elegir otras elecciones laborales.

La presión era tal, que Catalina se sintió demasiado intimidada. Estaba desesperada, por que no quería generar conflictos. Ya tenía suficientes problemas como para meterse en más. Por otro lado, la insistencia del dueño del club era bastante tentadora. La suma de dinero que ofrecía era difícil de rechazar y en su situación, no podía darse tal lujo.

Pasaron los días, y Catalina pensó en la propuesta de Carlos, el dueño del club. Orillada por su situación decidió volver. Seguiría trabajando en el club hasta que ahorra lo suficiente para costear las facturas y gastos médicos de su madre. Luego, podría dejarlo definitivamente y continuar con su vida.

•••

Esa noche, Catalina volvió al club, se colocó ropa provocativa y elegante, el antifaz de terciopelo y esperó a que le designarán a su compañero de esa noche. Mientras que Carlos, el dueño del centro nocturno, contactó a Erick Montenegro y lo citó con urgencia.

—¿Para qué me llamaste?— quiso saber Erick cuando entró en la oficina de Carlos.

—He logrado que la señorita Catalina Salgado regrese a trabajar al club. Esta en el vestíbulo lista para comenzar la noche—, el hombre sonríe con auténtica satisfacción.

Erick Montenegro quedó perplejo, sospechaba que era Catalina quién estaba tras ese antifaz, sin embargo, confirmarlo hacia todo mucho más real.

Se había acostado con la abogada de su empresa... Se había acostado con una de sus empleadas y a pesar de todo, no se arrepentía en lo absoluto.

Ahora, la pregunta que rondaba en su mente era que había tras la vida de Catalina. ¿Por qué hacía esto? ¿Lo hacía por dinero, o por otro motivo? Sin importar cual fuera su razón, él la iba a descubrir.