Capitulo 6
"Celos" Ahora que Erick Montenegro sabía que aquella mujer del club era Catalina Salgado, necesitaba entender el motivo oculto tras su doble vida. Necesitaba entender que había gatillado una decisión como esa. Necesitaba saber si lo hacía solo por dinero o si había un motivo más profundo tras todo esto. Erick, siempre se caracterizó por ser un hombre decidido, por lo que se empeñó en descubrir la verdad tras todo esto. Comenzó una exhaustiva investigación respecto a la vida de Catalina Salgado. Una vez más, dejó está tarea en Antonio, su fiel guardaespaldas, quién jamás le había fallado en ninguno de sus encargos. —Necesito que investigues a Catalina Salgado. Quiero saber todo respecto a su vida y necesito que sea rápido, Antonio—. Caminaba de un lado al otro en su despacho sin mirar al hombre que estaba frente a él. —Por supuesto, señor. Voy a recopilar toda información necesaria en el menor plazo posible—, hizo una leve reverencia y salió de la oficina mientras apretaba sus puños. —Pronto tendré las respuestas que tanto necesito...—, susurró Erick Montenegro a la nada. ••• Los siguientes días transcurrieron monótonos para Catalina, las burlas de sus compañeras no cesaban, pero ella prefirió centrarse en su trabajo. No quería dar excusas para ser despedida. Erick Montenegro salió de su despacho, se quedó mirando a Catalina por más segundos de los necesarios. Ella alzó la mirada y su expresión mostraba confusión. —¿Necesita algo, señor Montenegro?—, Catalina esbozó una sonrisa tímida. —Si, te necesito en mi oficina ahora —su expresión seria y sus palabras carentes de cualquier pizca de simpatía hicieron sentir nerviosa a Catalina. Erick volvió a su despacho, dejando tras él a una confundida Catalina, quién rápidamente se puso de pie y corrió tras él. Lo primero que pensó tras la fría actitud de su jefe es que había hecho algo mal y la despedirán. El solo pensar en esa alternativa, sintió el estómago pesado, como si todos sus intestinos se hubieran anudado de los nervios. —Con permiso, señor —la voz le tembló. —Ultimamente te he notado muy distraída... ¿hay algo que te esté preocupando? —fijó su intensa mirada en ella, notando inmediatamente los nervios de la mujer. —No señor, yo estoy bien—. Por más que deseaba derrumbarse frente a él, no lo haría. Sus problemas eran suyos y nadie podía resolverlos por ella. —¿A sí? ¿No hay nada que me estés ocultando? —las preguntas salieron más duras de lo que esperaba. Catalina no respondió, simplemente agachó la cabeza y sin atreverse a mirarlo a los ojos negó con un movimiento leve. Un incómodo silencio se instaló entre ambos, tornando el ambiente pesado. —Si no necesita nada más, me retiro —ante la nula respuesta de Erick, Catalina abandonó la oficina de su jefe. Erick se sintió frustrado, por que la situación de Catalina comenzaba a preocuparle y afectarle más de la cuenta. Sabía que no debía involucrarse más allá, pero no podía evitarlo. Esa noche, Erick llegó a su lujosa mansión y se encerró en su habitación. Arrojó el informe con los datos de registro de Catalina sobre el escritorio, para luego dejarse caer con pesadez en la cama. ••• Lorena estaba en su habitación, escogiendo el atuendo del día, cuando de pronto su teléfono celular sonó. Rápidamente lo tomó al ver el nombre de Juana brillando en la pantalla. La llamada de Juana solo podía significar una cosa, novedades. Contestó la llamada rápidamente, aunque se esforzó por no mostrarse tan ansiosa. Juana le contó que Erick Montenegro y Catalina ya no estaban tan juntos. Le comentó que Erick estaba siendo bastante indiferente con la abogada. Lorena agradeció la información, prometió hacerle llegar un regalo por tan valiosa información y luego cortó la llamada. ¡Estaba tan jodidamente feliz! Al parecer, Erick por fin se daba cuenta de la clase de mujer que era esa tal Catalina. ••• Lorena, se puso su mejor atuendo, se maquilló de acorde a la ocasión y se marchó en busca de Erick. Era su momento de contraatacar y conseguir su objetivo. Al llegar a la empresa, se encaminó directamente a la oficina de Erick, adentrándose en esta sin tocar. —¡Hola, hermanito! He venido a alegrar tu día —le planta un sonoro beso en la mejilla. —Vaya, me parece que alguien está de muy buen humor el día de hoy. —Erick le dedica una sonrisa algo cansada. —Bueno, ha sido un excelente día para mí y pensé que sería muy buena idea comer juntos. —Se sienta frente a él, —hay un excelente restaurante muy cerca de aquí, podríamos ir ahora y comer algo. —Muero de hambre y necesito despejar la mente un rato. —Se levanta de su escritorio y coge su abrigo. Lorena, le dedicó una sonrisa radiante y salió de la compañía destilando alegría. El restaurante estaba a media cuadra de la empresa. Era un lugar exclusivo donde asistían las personas más influyentes de Villa Rica. —Dicen que la comida aquí es deliciosa, desde hace mucho que deseo venir aquí contigo, —Lorena se apegó más al brazo de Erick mientras entraban en el restaurante. El personal del restaurante nada más verlos, corrieron a darles la bienvenida y a prepararles la zona Vip, donde tenían la maravillosa vista de la ciudad. Para nadie era un secreto que en ciudad Villa Rica, los Montenegro eran de las familias más poderosas. Durante la comida, Lorena se mostró más coqueta que de costumbre, acercándose a Erick más de lo debido. Él trató de mantener cierta distancia, pero después de un rato juntos comenzó a bajar la guardia. Entre risas y anécdotas de la infancia, Lorena ordenó una taza de leche tibia, costumbre que tenía desde que era niña. Siempre después de comer se bebía una taza de leche tibia, según ella, para relajarse. A propósito se manchó la comisura de los labios con leche, con la finalidad de crear cercanía con Erick. Al ver que este no reaccionaba, le pidió inocentemente que le ayudara a limpiarse. Erick tomó una de las servilletas y la limpió con delicadeza. En ese momento, Catalina iba a entregar unos documentos cerca de la oficina, pasando por fuera del restaurante. Al pasar, vio a Erick y Lorena cenando. Se detuvo por un instante y los observó reír, mientras Erick le limpiaba los labios a la mujer. Abatida se giró, apartándose rápidamente de ahí. Cumplió con sus obligaciones, entregando los documentos y al estar libre, buscó un sitió solitario y se permitió llorar. Lloró con amargura, mientras recargaba su espalda contra una de las paredes. En la noche, al llegar a casa, se encontró con Pochito, un gato callejero de color gris, quién había decidido vivir con ella hace un par de meses. Ella le permitió quedarse, al fin y al cabo, comprendía lo que era estar completamente sola en la vida. El animal la verla comenzó a maullar mientras se le restregaba en las piernas. —De seguro tienes hambre, pero no te preocupes, te he traído comida—. Dejó su bolso sobre la mesa y la pequeña bolsa de papel que cargaba entre sus brazos, —la dependiente de la tienda dice que este pellet es de buena calidad y a un precio bastante asequible. Sirvió comida en el plato de Pochito, el animal al sentir caer las croquetas corrió a comer. Catalina sonrió la ver que le gustaba. Mientras su gato comía, ella aprovechó de ponerse su pijama, ya que iría directamente a la cama. Honestamente, no tenía apetito ni ganas de absolutamente nada. Sabía que estaba siendo demasiado dramática por la escena que presenció. ¡Pero ver a Erick con Lorena la hizo hervir de celos! Sabía que no tenía motivos para estar celosa, pero el corazón era caprichoso y no escucha razones. De todos los hombres del mundo, había escogido latir por Erick Montenegro. ¿Cómo podría competir ella con una mujer como Lorena? Entre ambas no había punto de comparación y asimilar esto dolía más de lo necesario. Con los ojos empañados en lágrimas se fue directo a la cama, haciéndose un ovillo entre las mantas. Pochito la siguió, saltó en la cama y se acomodó junto a ella. —Estoy muy triste, Pochito... he sido una tonta al pensar que mi jefe podría fijarse en mí—, se acurrucó junto al animal. —Hoy se veía tan feliz con ella, al parecer se quieren y yo... Y yo simplemente sobraba. Pochito comenzó a restregar su peluda cabecita en los brazos de su dueña, mientras sus incesantes ronroneos comenzaban a relajar a Catalina. Entre las caricias de Pochito, se quedó profundamente dormida. Esa noche, soñó con unos intensos ojos negros... Intensos ojos negros, los cuales pertenecían a su jefe.