Eliana estaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas y los brazos rodeando una almohada. La habitación estaba en silencio, iluminada solo por la lámpara de noche. Isaac, recostado en la butaca junto a la ventana, la observaba con discreción. Ambos llevaban varios minutos sin decir una palabra, pero el aire estaba cargado de pensamientos no dichos.
—Isaac… —dijo ella, rompiendo el silencio con una voz baja pero firme.
Él giró suavemente el rostro hacia ella, atento.
—¿Qué crees que debería hacer con José Manuel?
Isaac se quedó quieto por unos segundos. No era una pregunta sencilla, y ella lo sabía. Pero necesitaba su opinión, no como alguien involucrado, sino como alguien que había visto todo desde cerca. Alguien que había estado en ese mismo techo, que había escuchado y observado en silencio.
Suspiró antes de hablar.
—Hace unos meses… sin pensarlo demasiado, te habría dicho que lo sacaras de tu vida. Sin dudas. Con la certeza de que no merecía estar en ella después de lo que te