Samantha estaba sentada en un elegante salón privado de un restaurante exclusivo, tamborileando los dedos sobre la mesa con impaciencia. Frente a ella, un hombre con gafas oscuras deslizó un sobre hacia ella.
—Aquí está la información que pediste —murmuró.
Samantha tomó el sobre con calma, pero sus ojos brillaban con ansiedad. Lo abrió lentamente, saboreando el momento. Dentro había fotos, documentos, informes detallados. A medida que pasaba las páginas, sus labios se curvaron en una sonrisa venenosa.
—Interesante… —susurró.
Las imágenes mostraban a Eliana con Samuel. En cada una de ellas, la conexión entre ambos era innegable. La forma en que Eliana lo miraba, la manera en que lo protegía… incluso en fotos donde José Manuel estaba presente, era evidente que el niño prefería estar con ella.
Samantha soltó una carcajada baja y peligrosa.
—Con que esto es lo que más te importa… —murmuró, recostándose en su asiento—. Eres más predecible de lo que pensé, Eliana.
El hombre frente a ella cr