Los días posteriores al concurso pasaron con rapidez. La victoria de Eliana aún resonaba en la industria, y su nombre estaba en boca de todos. Las empresas competidoras no tardaron en enviarle ofertas y propuestas, pero la más importante era la que realmente le interesaba: la colaboración con Alejandro.
Esa mañana, Eliana llegó a la oficina con paso firme. Andrea la recibió con una sonrisa entusiasta.
—Alejandro quiere reunirse contigo hoy —le informó, entregándole una carpeta con algunos documentos—. Quiere discutir los primeros pasos del proyecto.
Eliana asintió. Había esperado ese momento con ansias, pero también con cautela. Sabía que la competencia no se quedaría de brazos cruzados y que los intentos de sabotaje no habían terminado.
Horas más tarde, se encontraba en una elegante sala de reuniones, esperando a Alejandro. Llevaba un conjunto profesional en tonos neutros, transmitiendo la confianza que quería proyectar. No pasaron más de cinco minutos cuando Alejandro apareció, con