Cuando Brad y Amy se conocen ella va vestida de novia, él vestido de traje y la circunstancia los hace llegar a un sórdido acuerdo en el que ambos ganarán algo del otro. Un matrimonio por contrato puede ser la libertad de una y la venganza de otro. Desde ese día los dos desconocidos unen sus vidas siendo arrastrados por todos los secretos, atentados, misterios y peligros con los que no contaban. Ambos se vuelven prisioneros de una gran pasión que en medio de las dudas y los miedo pone en peligro el futuro de su creciente amor teniendo que luchar contra todo y todos para poder estar juntos.
Leer másCapítulo ciento treinta y ocho. Cara a cara por fin.— — — — — Narra Brad Lancaster — — — — —Despedirme de mi mujer y mis hijos dentro de su panza fue justamente lo que me dió las fuerzas para hacer lo último que quedaba para vivir felices.Poco a poco habíamos ido allanando el camino hacia eso, y había llegado la hora de defender el final de nuestra historia. Llegué al sitio acordado, puse la grabación en on para empezar esta aventura.—Por fin estamos cara a cara —fue lo primero que me soltó —. Por fin sabes que como me has destrozado la vida siendo su obsesión y su única preocupación ahora voy a acabar contigo. No puede ser de otra manera.—Yo en cambio solo quiero vivir mi vida lejos de todo esto —gruñí recostándome en mi coche —. Te daré lo.que pides... todo aquello que quieras a cambio de la verdad. De saber cómo me odias tanto y has llegado a mi.—No tengo por qué hacerlo pero te daré ese beneficio.Si no me hubiese delatado el gesto habría respirado profundo al oír sus palab
Epílogo. Siempre seré tuya. Dos años después — — — — — Narra Brad Lancaster — — — — Dos años han pasado ya desde que vivíamos al borde de un perpetuo acantilado. Han pasado ya dos años en los que nos propusimos vivir intensamente todo aquello que la vida nos fuera dando y romper con las reglas del destino, volviéndolas posibilidades realizables. Vivir todo con intensidad y desde la felicidad. Amy y yo todo en lo que pensamos desde que vivimos las cosas que vivimos fue ser simplemente felices, cuidar de nuestros hijos, abrazar nuestra familia. Para entonces ya no eramos las personas que habían iniciado juntas semejante camino. Habíamos aprendido, crecido y fortalecido nuestra relación durante todo ese tiempo. Todo había sido valioso para el proceso de cierta forma. Hoy no sabemos que fue de aquellos días en los que viviamos perseguidos en aquellos sitios a donde íbamos siempre con algún traidor detrás. No recordamos donde se escondían nuestros deseos por aquellos tiempos y t
Capítulo ciento treinta y siete. Todo lo que importa. — — — — — Narra Brad Lancaster — — — — No había dormido en toda la noche. Había pasado todo el tiempo inmersos en los números de mi empresa. Por fin, por fin a las seis de la mañana había conseguido llegar a algún sitio seguro. Un sitio del que defenderme, que conservar. Siempre he luchado por cuidar lo mío, por protegerme y en esa ocasión no iba a ser distinto. Durante todas las horas que he pasado intentando encontrar una solución, tuve ayuda de mi asesor fiscal y la única manera que encontramos de acabar con esta persecución de una vez, es jugar con doble moral. No estoy muy seguro de que este plan vaya a funcionar pero tengo que intentarlo. Él... Luca ha venido a nuestras vidas con el único objetivo de destrozarlo todo y la verdad no pienso seguir siendo condescendiente. Es hora de ponerle una zancadilla. Según me he dado cuenta, su principal obsesión es destruir aquello que yo poseo. Por los motivos que sean es
Capítulo ciento treinta y seis. Sangre en el apellido— — — — — Narra Amy Carlson — — — — — Podía sentir el aire denso a mi alrededor, como si la atmósfera se hubiese vuelto más pesada desde que Lucas Aramendi apareció. Su rostro no me resultaba completamente extraño. No era solo el parecido con Milicent, ni la forma de su mandíbula que recordaba a Brad en momentos de tensión… Era algo en sus ojos. Esa mezcla de dolor y rabia, de vacío y fuego, como si todo en su interior ardiera por algo que no le fue dado.Después de que se fue, dejándonos esa amenaza velada como una bomba de tiempo, Brad me abrazó con fuerza, pero su mente ya estaba a kilómetros. Lo conozco. Lo vi retroceder en silencio a ese lugar oscuro donde se encierra cuando quiere protegerme, cuando se culpa de lo que no puede controlar.Pero esta vez, ni siquiera él entendía del todo lo que estaba pasando. Y eso me daba más miedo que cualquier otra cosa.La mañana avanzó como una película mal editada. Me obligué a comer alg
Capítulo ciento treinta y cinco. El rostro del enemigo— — — — Narra Brad Lancaster — — — — El rostro apareció por primera vez en una pantalla.Eran las ocho de la mañana y apenas había probado el café cuando mi teléfono comenzó a vibrar sin parar. Llamadas, mensajes, notificaciones. Tomé el primero sin mirar siquiera el remitente.—¡Brad, enciende la televisión! —gritó la voz de Milicent al otro lado—. ¡Canal cuatro, ahora!Encendí el televisor de la cocina, con la sangre latiéndome en las sienes. La imagen llenó la pantalla: una rueda de prensa improvisada frente a un edificio de arquitectura antigua. Cámaras, micrófonos, tumulto.Y al centro de todo, un hombre. Joven. Aproximadamente de mi edad. Alto, pómulos marcados, ojos oscuros y una expresión serena, casi ensayada. Vestía un traje gris claro, sin corbata, y hablaba con el aplomo de alguien que había esperado toda su vida por ese momento.Y su voz…—Mi nombre es Lucas Aramendi. Vengo a contarles una historia de abandono, ocul
Capítulo ciento treinta y cuatro. La señal— — — — Narra Brad Lancaster — — — —Amy dormía.Su respiración era profunda, acompasada, y su cuerpo envuelto en la bata blanca que colgaba aún de su hombro izquierdo. La ducha le había hecho bien. A los tres. La tibieza del agua, mis manos sobre su espalda, la calma de no tener que decir nada. Solo estar.Había algo sagrado en verla así. Serena. Silenciosa. Viva.Me senté a su lado en la cama sin hacer ruido. Tenía el teléfono en la mano, pero no para revisarlo. Solo lo sostenía, como si fuera un escudo inútil. Como si de verdad pudiera protegernos de todo lo que aún no entendíamos.Las cámaras. Las alarmas. Las cerraduras nuevas. Los sensores.Y, aún así, esa sensación.Esa maldita certeza de que alguien estaba cerca.Me incliné, muy despacio, y apoyé la frente en su vientre. Sentí un leve movimiento. Una patada. Dos.—Ey —susurré—. No me olvidé de ustedes.Apoyé una mano abierta sobre la tela del pijama. Por un segundo, quise llorar. Pero
Último capítulo