BIENVENIDA AL INFIERNO VAN NESS.
El cubículo de Amanda estaba justo afuera de la oficina de Daniel Van Ness, como un recordatorio permanente de que su nuevo jefe podía salir en cualquier momento a examinarla con esa mirada de bisturí que había usado durante la entrevista.
Katty la dejó allí con el entusiasmo de alguien que entrega un paquete bomba.
—Este será tu espacio —anunció, con una sonrisa que no llegaba ni al borde de sus ojos—. Todo lo que hagas se escuchará desde esa puerta, así que intenta no equivocarte. Bienvenida al infierno Van Ness.
Amanda respiró hondo.
Había sobrevivido una humillación pública, un beso impulsivo que todavía le quemaba los labios y un vuelo de último minuto.
Podía sobrevivir a Katty.
…Probablemente.
Se sentó, acomodando la falda y el bolso a su lado, y trató de ignorar la sensación de cien ojos clavados en su nuca.
Porque sí, todos los empleados del piso de Finanzas estaban mirándola.
Unos susurraban.
Otros tecleaban más lento mientras la observaban de reojo.
Y un par directamente la