Quedaban solo dos semanas para el nacimiento del bebé. Catalina se sentía cansada, pero llena de emoción — cada día, el bebé se movía más, como si estuviera impaciente por conocer el mundo. Santiago nunca se alejaba de ella: la acompañaba a las citas médicas, le preparaba su comida favorita y le leía cuentos al vientre.
"¿Qué le vamos a leer hoy, mi amor?" preguntó Santiago una noche, sentado al lado de Catalina en la cama. Tenía un libro de cuentos antiguos en la mano.
"El cuento de la princesa que fue fuerte y ganó a los malvados," dijo Catalina, sonriendo. "Así será nuestro bebé."
Mientras Santiago leía, escucharon un golpe en la puerta. Era Lucas, Valeria, Roberto y Jessy — todos con bolsas en las manos. "Llegamos para la guardia de nacimiento!" gritó Jessy. "Traje comida, música y regalos para el bebé."
Todos se reunieron en la sala de la mansión. Comieron, bailaron y hablaron de cómo sería el bebé. Valeria le dio a Catalina un collar de plata con una pequeña piedra azul — igual