GIULIA
El recuerdo volvió a mí como un espejismo cruel. Luca y yo, desnudos en mi cama, entrelazados en un abrazo que parecía eterno. Recuerdo cómo lo miré a los ojos aquella noche, con miedo y esperanza al mismo tiempo.
—¿De verdad estás dispuesto a enfrentarte a tu propia familia solo por mí? —le pregunté con la voz quebrada, acariciando su rostro, como si quisiera grabarlo en mi piel.
Él me besó suavemente, como si supiera que esas serían sus últimas palabras conmigo.
—Te amo demasiado, Giulia. —su sonrisa estaba llena de certezas—. Estoy seguro de que hasta en otra vida, volveré a amarte,
Tomó mi mano y la puso en su pecho —Estoy seguro que mi corazón no dejará de latir por amor a ti.
El calor de su cuerpo, la seguridad de sus brazos, se desvanecieron como humo. Abrí los ojos y regresé a la realidad.
El presente era un calabozo húmedo, helado, con cadenas que mordían mi piel y un vestido roto y sucio pegado a mi cuerpo. No estaba con Luca. Estaba encadenada por el mismo monstr