Tengo que disculparme

Ameline sabía que tenía que cuidar muy bien sus palabras.

Caleb dijo que no interferiría en los negocios de su hijo, pero que la casa era suya, y él era quien mandaba allí…

Además, no parecía creerle que el bebé no era su nieto, y estaba interesado en asegurarse de que la madre de su nieto tuviera un trato digno.

“No quiero decirle la verdad, no le diré a nadie la verdad, nadie sabrá que sí es hijo de Seth si puedo evitarlo, pero como de todos modos padre e hijo no me creen, intentaré sacar provecho, no es como que vaya en contra de la personalidad que creen que tengo”, pensó con gesto analítico.

Caleb y Prissy la observaron expectantes, el hombre mayor con gesto divertido.

—Mi petición… —dijo ella finalmente— no le gustará a Seth.

El Sr. Caleb se rio por lo bajo.

—Así es más divertido. —Le guiñó un ojo.

.

Seth entró a la oficina de su padre pisando fuerte.

—Padre, ¿puedes explicarme porque mis guardias acaban de decirme que le pediste a Kenneth escoltar a Ameline en paseos por
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