Seth se sentó frente a su escritorio, apretando sus puños con ira y frustración.

—Perdí valiosas horas de mi vida buscándola, movilice a mi gente por ella, me preocupe… y así me paga. —Estrelló un fuerte puñetazo en el escritorio, agrietando un poco la madera de roble reforzado—. Me está empezando a hartar su actitud… —Enterró el rostro en sus manos, gruñendo.

Ameline lo estaba volviendo loco…

Lo llevaba al límite, lo provocaba, le hacía desplantes, lo rechazaba, lo evitaba, le faltaba al respeto, jugueteaba con Nataniel y ahora hasta lo humillaba incluso frente a su personal.

Si fuera cualquier otra persona, le habría disparado con la pistola no letal, luego lo habría llevado a pudrirse en una celda un tiempo para que aprendiera la lección.

“Pero este problema empezó justamente porque la hice pudrirse en una celda por varias semanas…”, pensó con amargura. “Pero aun así… Ameline olvida quién soy, intenté rectificarme con ella, y nunca es suficiente, y ya se está pasando de los