Ameline se fue del jardín con Emma siguiéndola como era su deber de guardia, pero muy atrás, dándole espacio para pensar en todo lo que le dijo.
Las palabras de Emma aún vibraban en su cabeza, cada sugerencia abriendo puertas a posibilidades que la hacían temblar de nerviosismo y esperanza.
"Si esto sale bien, tendré un documento que respalde que el bebé no es de Seth, él no tendrá más opción que resignarse, y como sabe que yo no robe el reloj, ¡tendrá que dejarme ir! A mí y a Nataniel, por fin podremos ser libres..."
El aire fresco de la mañana le rozaba la piel, pero apenas lo sentía; estaba demasiado ocupada calculando, planeando, intentando encontrar una forma de que todo funcionara.
Necesitaba dinero, eso era obvio, pero la pregunta que la carcomía era cómo poner las manos en una suma que valiera la pena para un médico de la mafia.
Mientras atravesaba el umbral de la mansión, sus ojos se perdieron en los pasillos silenciosos, como si las paredes mismas pudieran susurrarle u