Ameline despertó al alba, el primer rayo de sol colándose por la rendija de las cortinas y acariciando su rostro estresado incluso al dormir.
Abrió los ojos lentamente, el peso de lo que pasó ayer aún anidado en su pecho, pero una chispa de determinación la empujó a levantarse.
Se lavó la cara con agua fría, se vistió con una blusa holgada y pantalones cómodos que no apretaran su vientre, y se recogió el cabello en una coleta alta. Estaba lista para seguir adelante, decidida a encontrar a Prissy y Nataniel, a poner en marcha su plan.
Apenas salió de su habitación, lista para ir a buscar a Prissy, pero antes de que pudiera dar dos pasos, Emma apareció frente a ella, bloqueándole el camino con una sonrisa amable.
—Oye, ¿qué tal si desayunamos juntas? —propuso Emma, su tono ligero pero con un dejo de insistencia que Ameline no pasó por alto.
Ameline frunció el ceño, mirando hacia el pasillo como si calculara el tiempo.
—Mejor luego, tengo que ver a Prissy y Nataniel —respondió, inten