Seth frunció el ceño al darse cuenta de esa revelación…
La amaba… amaba a Ameline, ya no podía negarlo más, por más que una parte de él quisiera resistirse al hecho.
¿Y si ella no era lo que él quería creer? ¿Y si de verdad había estado con muchos hombres? ¿Y si de verdad tenía algo con Nataniel? ¿Y si otro hombre era el padre del bebé que llevaba en su vientre?
Lo asustaba amarla, pero cuando pensaba en sus ojos llenos de ese fuego de vida incansable, en las pocas veces que le sonreía, en las insuficientes noches en las que le hizo el amor y durmió a su lado… en lo bien que se sentía despertar junto a ella… sabía que ya no podía negarlo. No era tan idiota como para no notar lo obvio.
Tomó aire, mirando a los ojos de su padre, que le sonreía casi como si supiera exactamente lo que estaba pensando.
Seth permaneció de pie, la mejilla aún ardiendo bajo la marca de la bofetada, pero sus ojos fijos en aquella expresión tan sabia y a la vez algo misteriosa de su padre. La intensida