Ameline despertó al día siguiente por fuertes golpes en su puerta.

—Señorita Brooks, el amo Seth le ordena estar lista para viajar en media hora, obedezca por favor—dijo la voz de una mujer joven desconocida.

Ameline suspiró, bostezo, se frotó los ojos y se levantó rápidamente para ir al baño y alistarse de una vez sin perder el tiempo.

Salió bien duchada y peinada y se puso un vestido cómodo para su vientre ya levemente abultado, aunque todavía nadie que la viera sin conocerla podría adivinar si estaba embarazada o no.

Tomó su maleta una vez estuvo lista y salió, encontrándose con una mujer joven, poco mayor que ella, de cabello castaño ondulado, que la miró de arriba abajo casi con desdén.

—El amo Seth la espera, señorita… no lo haga perder tiempo, vamos de una vez, rápido.

Ameline frunció el ceño ante su mal tono.

“Ella me dijo media hora y salí en quince minutos, ¿qué le pasa?”

Decidió no darle importancia y la siguió hasta la puerta principal, donde fuera ya había un auto