—Bien… —Jason terminó un último boceto y lo dejó junto a los otros—. Ahora… de estos doce bocetos que hice, escogerás uno, dos o tres que más se parezcan, y de ahí partiremos para el siguiente paso.
Ameline ladeó la cabeza, extrañada por su método, pero simplemente asintió.
Jason empezó a abrir los cuadernos y dejarlos a la vista para que todos pudieran verlos, perfectamente alineados, con treinta centímetros de distancia separando unos de los otros en la larga mesa del estudio de arte.
Ameline se inclinó sobre la mesa, sus ojos escudriñando los doce bocetos en blanco y negro que Jason había alineado con precisión, con Seth también detrás de ella para ver todo con gesto curioso.
Los primeros dibujos le parecieron borrosos, casi esquemáticos, con contornos difusos que apenas esbozaban la forma ovalada del rostro de Betty, aunque había un eco lejano en la estructura ósea y la altura sugerida.
A medida que avanzaba por los dibujos, notó un cambio: algunos bocetos se enfocaban en los