Prissy la visitaba todas las tardes, así que Ameline decidió esperarla antes de abrir el balcón por primera vez.
Ameline pasó de un canal al otro sin ver nada realmente. El control remoto se deslizaba una y otra vez entre sus dedos mientras tamborileaba con la otra mano sobre la pierna. Cambió de postura en el sofá, luego se estiró y apoyó los pies en la mesita de vidrio, solo para bajarlos enseguida.
Le molestaba esa sensación de estar atrapada… de nuevo. El lujo de esa habitación ya ni siquiera le parecía tan impresionante. Nada podía borrar el hecho de que estaba encerrada, así que el balcón era un consuelo pequeño, pero debía esperar a Prissy, ya que le gustaba hacer cosas con esa dulce joven.
Y aunque no quería admitirlo, las palabras de Seth se le repetían en la cabeza como un eco molesto, por lo que estaba desesperada por compañía para dejar de escuchar a su cabeza, porque la TV no ayudaba.
Frunció el ceño al recordarlo decir con tanta seguridad que pronto vería que podía con