Ameline retrocedió un paso, mirando con disgusto a Seth, que avanzó un paso hacia ella.
—Eh… —Kenneth dio un paso hacia adelante, aunque nervioso—. Disculpe, Sr. Rinaldi, ¿va usted a pausar, acortar o terminar con el paseo de la señorita Brooks hoy?
Seth lo miró con cansancio.
—Mi padre te tiene bien preparado ¿eh? Tómalo como una pausa, cuando termine de hablar con ella podrá retomar su hora de paseo —murmuró con voz plana, antes de mirar con una ceja en alto a Ameline—. Bueno, si ella accede a hablar conmigo, claro.
¿Eh?
Ameline parpadeó confundida.
—¿Me estás pidiendo mi opinión? —Cruzó los brazos.
Él tomó aire, antes de asentir.
—Sí, yo… Si tú no quieres hablar conmigo ahora, lo entenderé y puedo ir a tu habitación más tarde. Si quieres hablar ahora, podemos sentarnos allá. —Señaló a una zona con mesitas a la sombra de grandes sombrillas blancas.
Ameline parpadeó lentamente, sin salir de su estupor.
La postura de Seth ahora mismo era… diferente.
Parecía… Estaba tan… Era… r