Capítulo 78. Coven Lunar
Aria siente que las piernas de Lyla empiezan a flaquear. Llevan horas corriendo sin descanso, atravesando el bosque. Cada zancada se vuelve más pesada, y al final tropieza, se apoya con torpeza en el tronco húmedo de un árbol y jadea. El eco de su respiración se mezcla con el murmullo de la noche, que ya se ha instalado sobre los árboles como un manto denso. Se alejaron demasiado, lo sabe. Ya no hay renegados. Ahora solo hay niebla y silencio.
Lyla retrocede por fin, dejando escapar un gruñido bajo, y entonces Aria vuelve a su estado humano. Su piel brilla con el sudor frío, los pies descalzos hundiéndose en la tierra húmeda. Se abraza a sí misma, temblando, y mira en todas direcciones, intentando inútilmente reconocer el terreno. Solo ve la espesura oscura del bosque y la bruma que flota, espesa, en el aire.
De pronto, algo se mueve a lo lejos. No es un lobo, su aroma es distinto. La silueta se aproxima con lentitud, apoyándose en un bastón de madera retorcida que cruje al rozar las