Capítulo 113. Manada Pico Lunar
Cuatro meses después…
El sol de la tarde cae oblicuo sobre el sendero que lleva a la montaña. Entre los árboles, una figura aparece caminando con esfuerzo, secándose el sudor de la frente. Es Nala, con su mochila al hombro y una expresión de agotamiento y fastidio que Aria nunca antes había visto. Joel la acompaña, riéndose de ella de tanto en tanto. Se recuerda a sí mismo cuando vino por primera vez aquí.
A unos metros más arriba, Aria los espera con una sonrisa amplia, acariciándose el vientre redondeado que sobresale bajo el vestido de lino. Cuando Nala la ve, se detiene en seco, abriendo la boca con incredulidad.
—¡Por Dios santo, Aria! —exclama, llevándose las manos a la boca—. ¿Qué... qué te pasó? ¡Estás enorme! ¿Estoy viendo mal? Esto no puede ser real.
Aria suelta una risa suave y baja a su encuentro.
—Hola, Nala. También me alegra verte.
Su amiga frunce el ceño y la abraza de inmediato.
—¡Por unos días pensé que estabas muerta, hasta que fui a tu casa y Joel me dijo que estaba