—¡Oscuro! —El rugido de Kael irrumpe como una descarga en medio del caos.

Él aparece, seguido por Thane y un contingente de lobos que llenan el lugar en cuestión de segundos. Sus pasos retumban, sus cuerpos se mueven con sincronía salvaje. El aire se carga de electricidad y de furia. La tensión que pendía en el ambiente se rompe con un choque brutal: Kael se lanza contra Oscuro con toda su fuerza, como un rayo cayendo sobre su presa.

Ryder, que hasta ahora estaba desaparecido, toma el control de su humano. El cambio se da en un parpadeo: huesos que crujen, músculos que se estiran, un rugido que sacude el aire. Su pelaje negro azabache brilla bajo el sol y sus ojos naranjas, ardientes, acechan con hambre asesina.

Ruffo se transforma también. Su cuerpo se curva y se expande hasta que se alza otro lobo negro frente a Ryder, aunque con una diferencia: en su espalda se extiende una mancha grisácea, como una cicatriz pintada sobre el pelaje. Sus ojos relucen con arrogancia y crueldad.

Ambos