Capítulo 100. Resiste, por favor
Las sombras se multiplican en cuestión de segundos. De entre los árboles aparecen más lobos, tan deformes y repugnantes como el primero. Sus cuerpos están cubiertos de cicatrices, de pieles desgarradas que todavía sangran. Los ojos, inyectados en rojo, brillan con un hambre animal que eriza la piel.
Aria contiene la respiración cuando comprende que no es solo uno. Son varios, al menos cinco, que rodean a Kael con movimientos calculados, cerrando el círculo poco a poco. Los gruñidos resuenan como un coro infernal.
Kael se prepara, firme, con los colmillos al descubierto. Sus músculos tensos anuncian el ataque que no tarda en llegar. Tres de ellos se lanzan al mismo tiempo sobre él. Kael responde con violencia, derriba al primero con un zarpazo, muerde al segundo en el costado, pero el tercero lo embiste de lleno y logra morderle un brazo. Aria ve la sangre manar, ve el dolor reflejado en el rostro de Kael, aunque este no se detiene. La desesperación en sus ojos es clara: necesita acaba