El silencio en la mansión de Star Island era tan denso como la niebla. Era un silencio caro, hecho de mármol pulido, techos infinitos y el suave murmullo de la brisa marina que estaba tan cerca. Ella podría acostumbrarse a eso.
Harper Lane, con el nombre falso de Serena, se movía por este nuevo mundo como un fantasma desde que había llegado a la mansión, y la ropa que Elena, el ama de llaves, le había prestado, aunque limpia y de seda, se sentía como un disfraz.
Una extraña y punzante sensación de vulnerabilidad se había apoderado de su alma, pero ella intentaba mantener la calma en medio de la tormenta. No tenía de otra, necesitaba mantener un bajo perfil y estar oculta hasta que la búsqueda de la policía se calmara.
La primera mañana, la cocina se convirtió en su campo de batalla. En su casa anterior, la nevera se abría con un tirón, no había electrodomésticos sacados de la ciencia ficción como en la mansión de los Kóvach, la heladera requería una clave digital que se escondía detrá