Mundo ficciónIniciar sesiónSalir de la oficina de Damián fue como caminar sobre un campo minado de emociones contradictorias. Por un lado, una sensación acre de victoria le recorría las venas. Había funcionado. Su farsa con Javier había logrado sacar al monstruo de su guarida, y no era un monstruo de hielo, sino de fuego. Un fuego que ardía por ella.
Pero por otro lado, la rabia hervía a borbotones. ¿Quién se creía él para manejarla así? Para besarla con esa ferocidad posesiva y luego despedirla con un gesto, como si fuera una molestia de la que debía deshacerse. Como si todo, incluida ella, girara a su antojo. Esa arrogancia era insufrible.No. No podía dejar que se saliera con la suya. Decidiendo que la mejor defensa era un buen ataque, Lucía no se dirigió a su cubículo. En cambio, tomó el ascensor hasta el departamento Legal.—Javier —dijo, apoyándose en el marco de su puerta con una sonrisa calculada—. Siento lo de antes. Damián... ya sabes cómo se pone si dejas de trabajar 10 s






