El beso fue un campo de batalla donde se libraron dos guerras a la vez: la del presente, hecha de labios, café amargo e ira contenida; y la del pasado, cuyo eco familiar —una intimidad que ambos juraron olvidar— tronó bajo la superficie. Cuando Damián se separó bruscamente, dejando el sabor salado de su respiración entrecortada en la boca de Lucía, el frágil presente de la oficina se quebró. Y a través de la grieta, irrumpió, imparable y voraz, la memoria.La escena se superpuso a esta, nítida y cruel, como un negativo fotográfico revelado a la fuerza.---DOS AÑOS ATRÁS.FIESTA DE NAVIDAD DE LA FAMILIA VALDÉS.La mansión era un escenario de cristal y luces cálidas. Valeria, con una copa de champán en la mano como un cetro de complicidad, arrastró a Lucía a través de la multitud elegante y perfumada.—¡Lucía, te presento a mi hermano! ¡El ogro del que tanto te hablo! —anunció, demasiado alegre, demasiado convencida de su papel de casamentera.La voz de Valeria resonó en la mente de Lu
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