Hospital Central
Luego de un día agitado y lleno de pacientes, Sol se encontraba completamente agotada. Con pasos lentos, se dejó caer sobre uno de los sofás del área de descanso y cerró los ojos, apoyando la cabeza contra el respaldo. Sentía el cuerpo pesado y la mente saturada; apenas podía pensar con claridad.
De pronto, percibió el peso de alguien recostándose a su lado. Abrió los ojos con pereza y se encontró con Maggie, quien ya se acomodaba en el sofá como si no hubiera fuerzas para nada más.
—¿No estabas en el área de emergencias? —preguntó Sol con la voz cansada.
—Sí… pero me dieron un descanso —respondió Maggie, soltando un suspiro—. Vine a recostarme un poco antes de volver.
Se acomodó mejor y dejó escapar un pequeño gemido de agotamiento. El silencio volvió a envolverlas. Los minutos pasaban uno tras otro, pesados y tranquilos, hasta que el sonido insistente de un celular rompió la calma.
Sol se sobresaltó y abrió los ojos de golpe. Maggie refunfuñó a su lado.
—Ugh… apaga