Los préstamos que necesita para sobrevivir.
En el Grupo Potter, todo estaba de cabeza. Un rumor recorría los pasillos como un susurro venenoso entre los empleados.
- Dicen que el señor Walter desterró a su propio hijo para quedarse con la herencia - murmuró una secretaria, inclinándose hacia su compañera.
- Yo escuché que tiene una mujer más joven… embarazada - añadió otra, bajando aún más la voz.
- Qué hombre más despreciable. Ni siquiera sabe manejar la empresa - concluyó alguien al fondo, mirando nerviosa hacia el ascensor.
Justo entonces, Walter irrumpió en la empresa sintiendo el peso de las miradas que se posaban sobre él. La incomodidad se transformó en ira contenida. Sin mediar palabra, se dirigió hacia uno de los empleados y se detuvo frente a él con frialdad calculada.
Sin pensarlo demasiado, se acercó a uno de sus empleados. Su voz, fría y cortante, resonó en el silencio.
- Dime, ¿qué están murmurando? - ordenó con voz grave, avanzando un paso intimidante.
El empleado, visiblemente acobardado, retrocedió.
- No... no