Después de la noche tan agitada del día anterior, Sol llegó al hospital con los ojos hinchados y unas ojeras marcadas. No había podido dormir, atormentada. En sus sueños se repetía una y otra vez el rostro del hombre ensangrentado… y cada vez que lo veía, despertaba sobresaltada, con el corazón latiendo con fuerza y las lágrimas humedeciendo la almohada.
Caminaba por los pasillos con una taza de café caliente entre las manos cuando Maggie apareció por detrás, con una sonrisa cansada.
- ¿Qué te pasó? - preguntó en tono de broma -. Pareces un zombie.
Sol soltó una pequeña risa sarcástica.
- Jajaja, qué chistosa -Sol se dio vuelta y la miró fijamente-. No dormí nada. Tuve un sueño muy extraño… Soñé con el hombre de anoche, y con su muerte. Pero lo peor es que… en el sueño, sentía como si algo dentro de mí se rompiera. Amanecí llorando.
Maggie frunció el ceño al escucharla, dudando si hablar o no. Finalmente suspiró.
- Sol… hay algo que tienes que saber. El hombre al que ayudaste anoche…