Samantha
Mi mente da vueltas, intentando asimilar lo imposible. Cristal y Harry... ¿primos? Es algo que jamás habría imaginado. Podría pensar en cualquier otra posibilidad, pero nunca que fueran familia.
—Por favor, Harry, entiéndeme... No puedo —suplica Cristal, al borde del llanto, aunque lucha desesperadamente por contenerse.
—¿Por qué no puedes? Y no me vengas con la excusa de que lo amas o algo así, porque no te creo nada —responde él, cruzándose de brazos, con un tono cada vez más molesto, cargado de incredulidad.
—Tengo mis razones, Harry. Me prometiste que no se lo dirías a nadie. Espero que cumplas, por favor... No puedes hacerlo —insiste Cristal, su voz quebrada por la desesperación evidente.
—Ya no sé si seguir guardando ese secreto. Ese hombre no me da buena espina. Además, es casado, con hijos. ¿Cómo puedes meterte con un hombre casado? —la recrimina con dureza, su voz cargada de rabia y decepción.
Cristal agacha la cabeza, visiblemente avergonzada, pero luego la levanta,