Samantha
Mierda, mierda y más mierda. Ese maldito de Arturo está completamente loco. ¿Cómo no me di cuenta de que me ha estado siguiendo? ¿Qué hago? Esa amenaza es grave... ¿Él sería capaz de matar a su propio hijo? No... eso no puede pasar.
No sé qué hacer.
Respiro profundo varias veces para calmarme, pero el aire no parece entrar en mis pulmones. Todo en mí tiembla, el miedo aún se aferra a cada célula de mi cuerpo. Esto es algo que no puedo contarles a las chicas. No todavía. Menos ahora que tenemos esos planes. Pero... ¿y si él llega a donde vamos a acampar? No... de solo pensarlo, se me revuelve el estómago. Es mejor cancelar todo. No puedo arriesgarlas también.
Cuando siento que me he calmado un poco, camino rápidamente en busca de las chicas, dejando atrás todo lo que había agarrado. Necesito salir de aquí, tomar aire fresco... siento que me asfixio. Pero no voy a salir sola. No pienso arriesgarme.
Al ver a Alex en la sección de enlatados, me acerco a ella con rapidez.
—Vámonos