9. MADRE
Kayla perdió la cuenta de los días que llevaba en esa casa con Pedra y él: el hombre que la había secuestrado y pagado un millón de dólares para someterla sexualmente a sus caprichos perversos. Aunque, con honestidad, no había sido tan malo como lo pensó en un principio. Tenía la piscina; Pedra era muy amable con ella, le había dado ropa y sí, tenía mucho sexo con él. Sexo que la llenaba de placer. Si bien era cierto que, por su naturaleza arrogante y posesiva, a veces el sexo era un poco salvaje, los orgasmos eran increíbles y él era un amante generoso. No había otra forma para describir ese placer intenso que sentía cada vez que él tomaba su cuerpo.
Y fuera del sexo, el hombre era amable con ella, aunque en su carácter era un poco inflexible a veces. Supuso que así había escalado en los negocios. Pero ella pudo deducir que era la esencia de él, su forma de ser era así y no tenía que ver con el hecho de ser su cuasi esclava sexual.
Él le había comprado ropa nueva, se aseguraba de que