Capítulo 24

La mañana amanecía pesada en La Esperanza.

El sol apenas se filtraba por las cortinas del comedor cuando don Emiliano ya esperaba a doña Malena para desayunar. El hombre, con su serenidad acostumbrada, removía el café con lentitud, como si buscara en ese movimiento distraer las sombras que se acumulaban en la casa.

Malena apareció al poco rato, impecable como siempre, pero con un aire altivo que no se disimulaba.

Detrás de ella entró Claudia, fresca, sonriente, eligiendo asiento como si la casa fuera suya.

Don Emiliano la saludó con amabilidad, pero apenas se sentaron, se dirigió con voz grave a Malena:

—Te lo pido, Malena… guarda silencio del pasado. ¿Qué ganas con remover tanto dolor? Ya ha pasado mucho tiempo. Alondra ha vivido una vida difícil, no merece cargar con más sombras.

Malena bajó la vista un instante, pero pronto volvió a erguirse con un gesto desafiante.

—No es lo que parece, Emiliano. Hay cosas que deben saberse —respondió, enigmática.

En ese momento Carlos entró al co
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