Capitulo 57

Alondra regresó a La Esperanza después de aquellos dos meses de ausencia. Apenas cruzó el portón, notó que algo especial la aguardaba. En el jardín trasero, bajo las guirnaldas de flores y luces de papel, todo estaba decorado con esmero: mesas largas cubiertas de manteles blancos, jarrones rebosantes de rosas y girasoles, y un arco adornado con cintas que daba la bienvenida.

Fue Lía, su amiga y hermana del alma, quien había organizado la sorpresa. Con la ayuda de Paloma y varios peones, habían preparado una fiesta en honor a su regreso. La música de guitarras se mezclaba con el murmullo alegre de los invitados, y el aire olía a comida recién hecha y al perfume de las flores de la hacienda.

Cuando Alondra apareció, todos la recibieron con un aplauso y vítores. Ella, emocionada, se acercó cargada de bolsas y cofrecitos. Había traído regalos para todos: pañuelos bordados para las mujeres, dulces de la ciudad para los niños, pequeños detalles para los hombres, y hasta juguetes para los hi
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