Siete meses habían pasado desde aquel día en que el caos parecía no tener fin. Londres se vestía con la claridad templada de la primavera que ya rozaba el verano; los parques estaban cubiertos de flores, y el aire suave traía el aroma fresco de los jardines. Por primera vez en mucho tiempo, la vida de Violeta se sentía en equilibrio.
Su rostro aparecía en revistas y vallas publicitarias, no como la esposa de un heredero, sino como la nueva imagen de la empresa Rothwell Gourmet. Su talento en la cocina, su creatividad y su calidez frente a las cámaras la habían convertido en el rostro perfecto de una marca que buscaba renacer.
Había aprendido a desenvolverse en el mundo empresarial, aunque aún conservaba la sencillez que la caracterizaba. En sus ratos libres, cursaba un diplomado de cocina en la universidad. Le gustaba estudiar, volver a tener metas personales, sentirse útil más allá del amor que la rodeaba.
En el otro extremo de la ciudad, Liam también había crecido. Con la ayuda de V