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Capítulo 3: El Error de la Intimidad Forzada

La Noche Sin Nombre

El reloj de pared de caoba en la suite principal de Kael Orion marcaba las once, la habitación, inmensa y minimalista, era una extensión de su dueño: fría, controlada y peligrosamente silenciosa, Elara estaba sentada en el borde de la cama king-size, mirando fijamente el pequeño frasco de pastillas que Kael había arrojado antes, ahora sobre la mesita de noche, el tiempo era un martillo golpeando su decisión.

"Tienes dos minutos para dejar de contemplar esa botella," la voz de Kael cortó el silencio, resonando desde el vestidor, él salió vestido solo con unos pantalones de pijama de seda oscura, revelando una musculatura tensa y cicatrices desvanecidas en su abdomen, recordatorios de su "accidente" público, no había rastro del hombre postrado que había interpretado para las cámaras, era un depredador sano, listo para el ataque.

"Solo estoy asimilando las reglas del juego," respondió Elara, tratando de mantener la voz firme "Un heredero antes del fin de mes, el destino de tu corporación y mi venganza personal, todo se reduce a esta noche, ¿no es así?"

Kael se acercó, la mirada gélida. "No hay destino, solo hay eficiencia, este no es un romance, Elara, es un contrato de procreación y un acuerdo de negocios, no quiero dudas, ni emociones, ni sentimentalismos."

Ella se levantó, enfrentándolo "Y yo no quiero ser una víctima, Kael, me casé contigo para levantarme, no para arrodillarme, si vamos a hacer esto, será en mis términos también."

"¿Y cuáles son tus términos?" preguntó él, una ceja arqueándose con burla.

"Que no me toques a menos que sea necesario, que respetes mis límites y que no olvides que te voy a ayudar a recuperar tu imperio, no soy una incubadora, soy un aliado."

Kael soltó una risa seca y sin humor "Límites, qué ingenuo, esta es mi casa y tú eres mi esposa, el único límite aquí es el que yo imponga, esta noche no se trata de respeto, se trata de dominación, necesito que la junta directiva y Serena crean que te he marcado, necesito un embarazo, y para conseguirlo, necesito que no me odies lo suficiente como para abortar a mi hijo, es un equilibrio delicado."

La frialdad de su lógica la golpeó más que cualquier insulto, era un hombre que planeaba cada interacción como si fuera una fusión corporativa, Elara sintió que el espíritu de resistencia dentro de ella se endurecía.

"Entonces, hagamos esto," dijo Elara, quitándose el fino camisón de seda que le habían dado, revelando su figura delgada pero fuerte, sus ojos, llenos de desafío, no se apartaron de los de él. "Demuéstrame tu 'dominación', CEO Orion, demuéstrame que vales mi esfuerzo, porque si fallas, nuestro contrato termina antes de que amanezca."

Kael no esperó, acortando la distancia con una rapidez impactante, el primer beso no fue tierno, fue posesivo, exigente, fue el primer movimiento de un hombre que estaba acostumbrado a tomar lo que quería, pero en lugar de someterse, Elara lo empujó hacia atrás, usando sus pequeñas manos para obligarlo a tambalearse.

"Concéntrate," siseó ella "No soy Serena, si me quieres, tendrás que ganarte la 'devoción' de tu esposa, aunque sea una mentira."

Esa noche estuvo llena de fuego y tensión, pero no de amor, fue una batalla de voluntades: Elara se negó a romperse, y Kael se esforzó por mantener su frialdad profesional, pero en medio de la intensidad forzada, hubo un momento...

Kael se detuvo, su respiración agitada, observándola con una intensidad que traspasaba el acuerdo, había una fisura en su máscara, un atisbo de algo más profundo que el control.

"¿Por qué me miras así?" preguntó Elara, tratando de ocultar el temblor en su voz.

"Porque no eres la 'don nadie' que finges ser," admitió él, en un tono bajo y peligroso "Tu expediente es una hoja en blanco, Elara Vesta, pero tus ojos... Tus ojos son los de una guerrera, no has sido una víctima, has estado esperando el momento de atacar ¿Qué es lo que realmente ocultas?

A la mañana siguiente, Elara despertó sola en la inmensa cama, sintiéndose dolorida pero extrañamente empoderada, el acto había sido brutalmente eficiente, pero había resistido emocionalmente.

Se levantó para vestirse, y su mirada se dirigió inmediatamente a la mesita de noche, el frasco, anoche, en el fragor de la batalla física y verbal, no lo había tocado, las pastillas seguían allí.

Su médico le había advertido que dejar la medicación podría provocar un desequilibrio, no un simple mareo, sino un despertar de sus sentidos y, potencialmente, la manifestación de su Identidad Oculta: una hiperconciencia que la hacía peligrosa e intuitiva, una habilidad que había reprimido durante años para llevar una vida "normal" la misma habilidad que le había permitido compilar el informe financiero que le entregó a Kael.

Elara tomó el frasco, miró la tapa, si tomaba la dosis, el riesgo de embarazo disminuiría, y ella seguiría siendo la "esposa humilde" y controlada, si no la tomaba, se exponía a la locura, pero se aseguraba de que la parte del contrato de Kael se cumpliera, dándole el poder que necesitaba para la venganza.

Con una resolución fría, caminó hasta el baño y arrojó todas las pastillas al inodoro, tirando de la cadena.

Ya no hay vuelta atrás. Ahora soy una guerrera, Kael. 

Esa tarde, Kael y Elara se encontraron en el comedor para una tensa cena de negocios con el abogado y el jefe de seguridad de Kael, la tensión entre la "pareja feliz" era palpable, pero Kael mantenía su fachada impecable.

De repente, el móvil de Kael vibró, era un vídeo sin remitente, Kael lo abrió y su rostro se volvió de una piedra absoluta.

"¿Qué pasa?" preguntó Elara.

Kael no le respondió, se levantó de la silla con brusquedad, causando que esta se tambaleara, la rabia pura y visceral que emanaba de él hizo que el ambiente se congelara.

"Me equivoqué contigo, Elara," gruñó Kael.

"¿De qué estás hablando?"

Kael giró el teléfono, en la pantalla, un vídeo mostraba a Elara, hace solo una semana, entrando en un coche con el rival de Kael, el hombre que Serena estaba usando para el fraude, no era un encuentro inocente, parecía que se estaban besando, aunque la imagen estaba borrosa, el audio, manipulado, la hacía sonar culpable.

"Esto es una trampa, Kael, lo grabó Serena antes de que yo te diera el informe ¡El informe que probaba la traición de ellos dos!" suplicó Elara, sintiendo una punzada de pánico.

"¿Y esperas que te crea, justo después de nuestra noche de bodas?" Kael se rió, un sonido que era más doloroso que un grito "Parece que la 'guerrera' me vendió al mejor postor. ¿Es por esto que pediste las condiciones para el heredero? ¿Para asegurar tu salida?"

"¡No!"

"Tu vengaza, tus planes... todos son excusas para el dinero, eres igual que Serena," la acusó Kael, y la frialdad anterior se había transformado en una traición furiosa.

Kael llamó a su jefe de seguridad "Quiero que vigilen a mi esposa 24 horas, no puede salir de esta mansión sin mi permiso explícito y asegúrense de que siga cumpliendo la parte más crucial de nuestro trato, si está embarazada, no importa, ella no es libre, es mía y me debe un heredero."

Elara se retiró a su habitación, el corazón latiéndole con furia y dolor, el video era falso, una manipulación vil de Serena, y Kael, el hombre frío y calculador que supuestamente lo veía todo, había caído en la trampa más obvia.

Sentía el calor subiendo por su cuerpo, el efecto secundario de haber interrumpido su medicación, sus sentidos se agudizaron: podía oler el perfume de Kael en la almohada y escuchar las voces distantes de los guardias de seguridad en la planta baja, era un despertar físico, la activación de su habilidad.

Mientras Kael la vigilaba y la confinaba, creyéndola una traidora, el efecto de las pastillas desechadas hizo su primer acto de magia.

Elara se sentó en la oscuridad, tocándose el vientre, sabiendo que el embarazo sería su única moneda de cambio ahora, no, no era solo una moneda, era el inicio de su nueva vida.

De repente, una vibración aguda la hizo saltar, no era un teléfono, era su mesita de noche, al abrir el cajón, encontró el frasco de pastillas que había tirado... pero estaba lleno.

Elara lo miró horrorizada, ella misma las había tirado por el inodoro y había tirado de la cadena.

Si el frasco estaba lleno y en el cajón...

Alguien más había estado en su habitación y ese alguien... sabía su secreto.

¿Había sido Kael, poniendo a prueba su decisión? ¿O era Serena, jugando un juego mucho más peligroso? Y si alguien sabía sobre su habilidad oculta, ¿qué pasaría si su lado salvaje y sin control despertaba justo cuando estaba más vulnerable y, tal vez, embarazada?

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