El ambiente en la sala de juntas de Orion Corp. era glacial, cargado de una tensión palpable que la opulencia de la sala, con su inmensa mesa de ébano pulido y sus sillones de cuero negro, no lograba disipar. Los miembros del consejo directivo estaban reunidos, sus rostros reflejaban una mezcla de nerviosismo corporativo por las repentinas filtraciones de prensa sobre Thompson y Vance, y una expectación tensa ante el inminente ultimátum de destitución de Kael, convocado por su propio padre.

Kael padre presidía la mesa con una rigidez forzada, intentando proyectar la calma de un líder firme que lidia con una crisis familiar, pero su mirada se desviaba constantemente hacia la puerta, la ansiedad de su derrota privada con Elara y Kael consumiéndolo.

Las puertas se abrieron con un golpe sordo, y Kael y Elara entraron. Su llegada no fue una entrada, sino una declaración. Kael, a pesar de su hombro vendado, caminó erguido, su presencia irradiaba un poder tranquilo y legítimo. A su lado, Ela