KYRION
Aspiro profundo el aroma de su cuello, mientras mis manos suben buscando sus pechos.
—Por favor —repito entrecortado por la excitación—, no tardaré mucho, solo… solo…
Respiro contra su cuello, sin dejar de tocar su vientre, de hacerle sentir mi erección contra sus glúteos.
—¿Qué es lo que quieres de mí? Dime qué quieres y te lo daré, pero no sigas con esto, no me hagas esto, Gema, te necesito —mi voz suena tan ronca como excitada.
—Baja de la cama o lo hago yo, Kyrion —dice como si no estuviera generando ningún tipo de emoción en ella.
Mi mano se cuela en su sostén, insistente dejo escapar un gemido cuando siento el tamaño de sus senos y pezones duros.
Se incorpora.
—¿A dónde vas? —controlo mi molestia.
—Al sofá.
—No seas inmadura. No puedes dormir en el sofá en tu estado.
—Entonces hazlo tú, porque no te soporto. No voy a ceder, no voy a acostarme contigo.
—¿Por qué no? Solo dame una maldita razón que no sea la estúpida mentira de que no me amas. Me disculpé, quise ser detalli