La ciudad parecía más lenta esa noche. Como si el aire se hubiera espesado tras la reunión.
Kathie y Noah bajaron juntos al parqueadero, pero el silencio entre ellos ocupaba más espacio que cualquier palabra.
Durante el trayecto, el murmullo del motor fue lo único que se atrevió a hablar. Kathie miraba la calle como si esperara respuestas en los semáforos. Noah mantenía la vista al frente, con los nudillos tensos sobre el volante.
Julieta.
La sonrisa perfecta. Las preguntas iban directo a él, ignorando todo lo demás. Las palabras medidas, los silencios calculados. La forma en que lo miraba, como si lo conociera desde antes.
La forma en que se sentó tan cerca de Noah. Su risa, suave pero constante, como si supiera exacta