Capítulo 28: Busquen a mi hermana...
La primera sensación fue la de un zumbido persistente, un eco lejano que se enredaba en sus oídos. Luego, un dolor sordo y palpitante en la nuca, como si alguien hubiera instalado un motor en su cráneo. Karla parpadeó lentamente, y el mundo fue una mancha de blancos deslumbrantes y formas borrosas. Un techo blanco. Una luz fría. El olor antiséptico y penetrante a hospital que le quemó las fosas nasales.
Con un esfuerzo que le costó un latigazo de dolor en la cabeza, logró que su vista se enfocara. Estaba tendida en una camilla, cubierta con una sábana áspera. Giró la cabeza con cautela y allí estaba él. David, su esposo, estaba sentado en una incómoda silla de plástico al lado de la cama. Llevaba unos jeans y una sudadera holgada, la ropa casual que usaba para trabajar desde casa en sus reuniones virtuales más relajadas. Parecía... desgastado. Tenía el cabello revuelto y unas sombras oscuras bajo los ojos que delataban una vigilia angustiosa.
No la estaba mirando. Tenía el teléfono pe