Marcus se encontraba en el jet privado, volando de regreso a Sicilia. Su mente era un torbellino de emociones contradictorias, y el alcohol que había estado consumiendo desde que despegó no hacía nada para aliviar su dolor. Miró por la ventanilla, viendo cómo las nubes pasaban rápidamente, y se preguntó cómo había llegado a este punto.
— Señor, ¿Necesita algo más? — preguntó el asistente de vuelo, notando la botella de whisky casi vacía frente a Marcus.
Marcus levantó la mirada, sus ojos enrojecidos e hinchados.
— Otra botella — murmuró — Y que nadie me moleste.
El asistente asintió con preocupación y se retiró rápidamente. Marcus volvió su atención a la ventanilla, sus pensamientos regresando inevitablemente a Maya.
— ¿Cómo pude ser tan estúpido?", se preguntó mientras se servía otro vaso — caí en sus mentiras, en su falso amor. Como un maldito ingenuo de nuevo.
Cada trago que daba parecía avivar más su ira y su dolor. Las imágenes de Maya y Dan juntos, felices, esperando un hijo, lo