capítulo 30: partida

Collin*

Las manos de Collin temblaban mientras miraba a la criatura frente a ella.

El lupino era enorme. Sus músculos sobresalían bajo la piel gruesa, y sus ojos eran dos rendijas oscuras y brillantes. Los dientes, expuestos en un gruñido bajo, goteaban saliva. Parecía disfrutar del miedo que ella sentía.

Dio un paso atrás, sintiendo a las hembras atrapadas detrás de sí. No podían quedarse allí.

"Corran" murmuró, sin apartar los ojos de la bestia.

Ellas vacilaron.

"¡Corran, maldita sea!" gritó, la voz cargada de urgencia.

Esta vez, las hembras no dudaron. Tomaron a sus hijos y corrieron hacia la parte trasera del templo, los pies apenas tocando el suelo.

El lupino inhaló profundamente, como si saboreara cada partícula del aroma de ella.

"Tú… me resultas familiar" la voz gutural rasgó el silencio, cargada de curiosidad.

Collin siguió retrocediendo.

"Tienes un olor extraño…" siseó él, entornando los ojos. "Algo que conozco… muy bien."

Ella apretó la daga escondida detrás de la espalda.
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